CREATING PLACES FOR ALL VOICES TO BE HEARD
By Vivi Herrera
A bench divided in half by an armrest, a building owned by a single person full of currently empty tourist flats, a sign in the street that says: "no houses without people, no people without houses". On my daily walks in the Lavapiés neighbourhood, located in the center of Madrid and my home for the last two weeks, I see these scenes.
What I no longer see in this area are cars that are not new and luxurious. Since Madrid 360, the new city government's anti-pollution plan, came into force in 2020, no vehicle using petrol or diesel before 2006 can enter the central area. And not because I am an advocate of automotive mobility, but what I no longer see and what I do see in the city is a reminder that many people are excluded while a few others are privileged.
Objectivity does not exist. Although people from different disciplines want us to believe otherwise, nothing in the world is neutral. On the contrary, as the theorist Iris Marion Young (New York, 1949 - Chicago, 2006) revealed, anything that claims to be objective "is the situation and experience of privileged groups who define that point of view as universal". The policies and design that shape cities come from a series of decisions made by a group of people who take certain aspects into account while leaving others out.
Desire, affectivity, the plurality of linguistic and communicative relations, as well as the body are elements that mediate our human experience of the world. These have been relegated from public discourse to the private sphere because, according to Young, they constitute the difference. Within Western rationality that approaches reality from a homogenous view, there is no place for difference. This is why feminism and feminist theory are necessary: because they expose "the false universalization of a typically male experience".
How to promote heterogeneity? For Young, the key lies in communication, because it does not oppose reason to desire and affectivity. We need to listen to other stories: that of the homeless who can no longer sleep on the street bench, of those who are evicted from the house they can no longer afford, of those who can no longer drive their car into the city center because they can't pay for a newer model.
The answer is not as easy as providing everyone with properties because we will run into the dead-end of the neoliberal trap. Precisely Young responds to John Rawls that justice is not about having, but about being able to do and how we are treated. Let us reclaim the narrative of personal experiences by creating spaces for all voices to be heard. Only then will we be able to imagine other ways to improve our reality.
Abrir espacios para escuchar todas las voces
SPANISH TRANSLATION
Un banco dividido a la mitad por un apoyabrazos, un edificio propiedad de una sola persona lleno de apartamentos turísticos ahora vacíos, una pinta en la calle que dice: “ni casas sin gente, ni gente sin casas”. En mis caminatas diarias en el barrio de Lavapiés, ubicado en el centro de Madrid y mi hogar desde hace dos semanas, veo estas escenas.
Lo que ya no veo más en esta área son autos que no sean nuevos y lujosos. Desde que Madrid 360, el plan anticontaminación del nuevo gobierno de la ciudad, entró en vigor en 2020, ningún vehículo que use gasolina o diésel anterior a 2006 puede entrar a la zona central. Y no porque yo sea defensora de la movilidad automotriz, pero esto que ya no veo y lo que sí veo en la ciudad es un recordatorio de que muchas personas son excluidas mientras otras pocas son privilegiadas.
La objetividad no existe. Aunque personas de distintas disciplinas nos quieran hacer creer lo contrario, nada en el mundo es neutral. Al contrario, como lo puso de manifiesto la teórica Iris Marion Young (Nueva York, 1949 – Chicago, 2006), aquello que pretende mostrarse como objetivo “es la situación y experiencia de unos grupos privilegiados que definen ese punto de vista como universal”[1]. Las políticas y el diseño que dan forma a las ciudades provienen de una serie de decisiones tomadas por un grupo de personas que toman en cuenta ciertos aspectos mientras dejan otros afuera.
El deseo, la afectividad, la pluralidad de relaciones lingüísticas y comunicativas, así como el cuerpo son elementos que median nuestra experiencia humana con el mundo. Estos han sido relegados del discurso público hacia el ámbito privado porque, de acuerdo con Young, constituyen la diferencia. Dentro de una racionalidad occidental que se aproxima a la realidad desde una visión homogénea, lo diferente no puede tener lugar. Por eso el feminismo y la teoría feminista son necesarias: porque evidencian “la falsa universalización de una experiencia típicamente masculina”.
¿Cómo promover la heterogeneidad? Para Young la clave está en la comunicación, porque no opone la razón al deseo y la afectividad. Hace falta escuchar otras historias: la del sinhogar que ya no puede dormir en el banco de la calle, las de aquellos que son desahuciados de la casa que ya no pueden pagar, la de aquel que ya no puede entrar con su auto al centro porque no puede costear un modelo más reciente.
La respuesta no es tan fácil como proveer a todos de propiedades porque nos toparemos con el callejón sin salida de la trampa neoliberal. Precisamente Young responde a John Rawls que la justicia no se basa en tener, sino en la posibilidad de hacer y en cómo somos tratados. Reivindiquemos la narración de las experiencias personales a partir de espacios para escuchar todas las voces. Solo así podremos imaginar otras formas para mejorar nuestra realidad.
[1] Bascuñán, M. (2012). Género, emancipación y diferencias: La teoría política de Iris Marion Young. Plaza y Valdés Editores, p. 20.
Ibid., p. 30.